Ciclos sin fin. Lunas sin eclipse.
La tranquilidad de la noche y el sonido de los burros que rebuznan al anochecer. Y yo, sin destino planeado, con puerto fijo pero sin querer regresar.
Queriendo escuchar a mi corazón pero con una vida terrenal llamándome a gritos.
Una ruta sencilla pero la complejidad tocando a la puerta y llamando mi atención.
Una paz del momento pero una mente divagante.
Las ganas de encontrar algo que llene el hueco pero todo evaporándose.
Tantas experiencias pasajeras, efímeras que me marcan pero que al llegar la noche no alumbran mi camino.
Caminar con la esencia, férvida, sabiendo que es el camino por el que quieres ir.
Laberintos sin retorno. Sueños sin despertar.
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