La vida, qué aventura. No existe un
manual, una serie de pasos y cada persona se las arregla a su manera. Es cuestión
de prioridades, entre otras cosas.
Mi fin en esta vida es disfrutar todo lo
que haga. Para mí esto no se trata de lograr el mayor número de triunfos o el
vivir la mayor cantidad de experiencias sin sentido. Si no disfrutas cada una
de las cosas que vas haciendo, entonces ¿Para qué las haces?
Experiencias que te van formando, que te
van moldeando y te hacen ser lo que eres. Tú decides cuáles vivir y cómo
vivirlas. Momentos, cada experiencia está hecha de ellos.
Intento disfrutar al máximo cada momento que estoy viviendo. Mi mente vuela, entonces a ratos es difícil. Quiero alcanzar el cielo, alcanzar una meta inexistente que no sé dónde está ni cómo llegar a ella.
Entonces me enfoco en lo banal, en lo terrenal y en lo tangible porque eso es lo seguro.
La vida no es "segura", es cuestión de explorar, tratar, arriesgar, fracasar y salir adelante otra vez.
Eso es lo único que me liberará. Que me dará una nueva perspectiva y una nueva visión, no la visión repetida que me cansa y me encierra en un mismo ciclo. Pero al mismo tiempo que me encuentro siempre repitiendo.
Platicando ayer con Martín, un amigo de mi antiguo trabajo "La Jefa", un comedor en Coyoacán, sentados en los andenes del Metro reflexionamos acerca de la intrascendencia de los actos y al mismo tiempo la importancia de cada uno de ellos para ir formando tu camino en la vida. La prisa que va desapareciendo poco a poco y va cobrando más importancia el disfrutar la vida, el momento.
El ego es algo tan imaginario y las redes sociales también. Las noticias en Internet, los medios incluso hacen que cualquier información publicada, sea lo que sea forme parte de la "realidad virtual", la existencia de las "noticias".
Esperamos unos cuantos vagones, los dejamos ir. Nos enfocamos en seguir la plática. Después de 4 o 5 nos subimos al transporte y nos dirigimos a Tacubaya...
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