Siempre me ha gustado mucho contar
historias, lo hago desde que estaba en la escuela, en el Colegio Monteverde. Y
estudié la carrera de Comunicación con Periodismo porque me gusta relatar
vivencias, contar anécdotas y ver la reacción de la gente ante lo que cuento.
En repetidas ocasiones me han dicho que
lo que busco es llamar la atención, y algo de razón han de tener. No lo sé. Soy
necia por naturaleza y me gusta expresarme.
Recientemente, en una plática profunda,
asimilé que el periodismo tiene la capacidad de “hacer real una situación de
vida”.
Hacer real. ¿Qué no ya era real? Bueno,
hay mucha gente que no concibe esas realidades en sus mundos y contarlas es una
manera de tenerlas presentes.
Hoy, después de que me hubieran cancelado
el trabajo que tenía me fui a caminar por la Iglesia del Carmen Alto, en la ciudad de Oaxaca donde he estado viviendo desde febrero.
Ahí fue cuando me senté al lado de
Francisco, un chavo de unos venti algo años que estaba haciendo una pulsera. Yo
no tenía ninguna intención de preguntar nada ni mucho menos de empezar este
relato.
Después de unos 10 minutos volteé a ver
con más atención lo que hacía… ¿Es para vender? Y el muchacho de rostro alegre
y trabajador me contestó: Sí, estoy haciendo un nuevo diseño de pulsera. Mira.
Puso frente a mí los hilos que tenía en
la mano para que los viera.
Los miré, sonreí y me volteé otra vez a
seguir contemplando la vista que tenía en frente. La conversación podría haber
acabado en ese momento pero me ganó la curiosidad y ahí empezó nuestra charla
de 2 horas, sentados en la Plaza del Carmen Alto, afuera de la iglesia junto con los otros chavos y
chavas que vendían sus productos hechos a mano. Y el señor que traía una olla
gigante de comida para todos, había caldo y también había tortillas.
Pancho, quien me confesó que no le
gustaba que lo llamaran así, me había platicado que están acampando ahí en la
plaza y ese señor reparte comida para todos todos los días.
¿Y no tiene cómo una promoción para quien
come ahí diario? ¿O le tienes que pagar 3 veces al día? Por alguna razón eso me
inquietó. Creo que si yo estuviera en su lugar sería lo primero que negociaría
con el señor de los caldos.
En nuestra conversación se me deslizó el
“Quiero hacer un reportaje sobre esto” obvio Francisco se cerró un poco por
aquel comentario pero logré ingeniármelas para que siguiera contestando.
- - JAJA ya lo activaste. Dijo
Francisco, refiriéndose al micrófono.
"Sí hay que
rifarse, si no ¿de dónde sale para sobrevivir? Tiene que salir de algo que
hagas y que te guste" Dijo, al hablar de su trabajo.
¿Y tú te levantas todos los días y vienes
acá? Le dije muy casual, evitando en todo momento que esto cayera en el formato
de entrevista.
- - Pues por el momento sí, todos
los días. Es sólo una temporada. Es como una rutina, un rato.
Y ¿cuando dices ya me
voy a mover o hasta aquí terminé la
venta? No sé, ¿tienes alguna meta diaria de ventas o algo?
- - Cuando sientes que ya estás
cansado y ya vendiste algo. No tengo una cantidad diaria, va fluyendo. O sea
hay veces aunque estés ahí no se vende, siento que no es tu día o no sé.
Y…. ¿Cómo sacas las
ideas para tus collares y todo lo que haces?
- De lo que vas haciendo,
igual va fluyendo. Haces un collar y ya tienes otra idea para hacer otro
collar. Si no empiezas por nada, nada más te quedas en la pensada. Cuando te
arriesgas fluyen las ideas, y está chido eso. Y cada quién tiene sus ideas,
aunque algunas son parecidas a otras pero cada quien tiene sus ideas.
Mientras platicábamos
estaba haciendo una gargantilla, me explicó un poco cómo la hacía y al mismo
tiempo daba golpecitos con un martillo.
“Laminado, se le llama.”
¿Cómo te viniste?, ¿De
raite?, ¿Siempre andas sola? Fue algunas de las preguntas que él me hizo a mí.
“¿Y esa pulsera que
traes tú la hiciste?” Le regresé la pregunta.
- No, esa me la regaló mi hermano.
Él no se dedica a esto pero le gusta hacer pulseras. Le dije: Tú también agarra
una.
Casi las que yo hago no
me las pongo, las vendo jaja.
Jaja ¿Está chido eso de
intercambiar sin involucrar dinero, no? Le dije aprovechando la respuesta anterior para
profundizar más en el tema.
A lo que el respondió
“Eso me late a mí, como algunas veces hay piezas suyas que me laten. Y le digo,
pues hacemos un trueque. Como amistad, intercambios”.
“O reportajes” bromeé
muy acertadamente. Jaja.
Fran aprovechó el
momento para compartirme que una vez había vendido 6 pulseras de las más
sencillitas por $640.
“Eran para revender o
para sus familiares” dijo refiriéndose a una turista originaria de otro país que había pasado por ahí y se paró a comprar.
“Pues sí les ofrezco,
pero tampoco soy de los que ruegan. Uno se merece lo que ha hecho, si no haces
nada ¿qué te va a dar la vida? Mientras trabajas, todo va fluyendo”
Aproveché para sacar la
frase célebre de Picasso “La inspiración existe pero tiene que encontrarte
trabajando”
“Hay veces que te frustras
por no vender, pero ¿qué vas a hacer?” dijo él.
“Si sigues haciendo lo
mismo, no esperes resultados diferentes” fue mi respuesta, esta vez citando a
Einstein.
“Tal vez necesites
improvisar otras estrategias de venta” le sugerí con una sonrisa.
En ese momento uno de los artesanos que estaba al lado se integró a la plática “En mi caso tengo que saber qué es
lo que a la gente le gusta para actualizarme y poder vender más”.
Les platiqué que el día
de la danza de Yohualli Ehécatl yo había terminado formando parte del círculo
de danza. “Me dieron la bienvenida y todo”
“Sí, ese día a mi
también me dieron ganas. Necesitaba liberarme.” Aportó Francisco.
“Igual. Y no sabes cómo
te libera, 1 hora de danza energética. Pff terminé sudando muchísimo” le dije
¿Así está bien? ¿Cómo se
ve? – Me preguntó acerca de su gargantilla.
“Creo que el periodismo
es una forma de transmitir historias que no son conocidas por todo el mundo”. reflexioné esperando que me diera su punto de vista.
“Hay personas que están
peores y hay varias realidades. Cada persona recapacita de forma diferente”.
Agregó Fran.
“Hay muchas realidades,
en este mundo”
“Nada es verdad,
hermano. Nada es cierto.”
“Trascender para uno
mismo. Sí lo grabé :D:D”
SONRIÓ.
Y diciendo esto, me
despedí y me fui victoriosa con una sonrisa en la cara.