lunes, 21 de mayo de 2018

JUICIOS

La importancia de entender la naturaleza separada de los seres. Recientemente tuve un tropiezo provocado por el alcohol. Causa que me lleva a ultra reflexionar acerca de mi vida y de mi estatus actual.

Toda mi vida he tenido la idea de que debo complacer/hacer lo que la demás gente espera de mi para caer bien. En este momento de mi vida no lo estoy haciendo en absoluto, es por eso que cuando recibo quejas, enojos, cuando estoy en desacuerdos, lo tomo como un rechazo hacia mi persona.

Es fundamental entender que eso no tiene nada que ver conmigo, no puedo juzgar mis actos. Es importante tomar la filosofía del observador y de esa manera no engancharte en críticas, ofensas, comentarios y no cargártelo todo a ti.

La mayoría de las veces nosotros somos nuestros jueces más duros y estrictos. Podemos llegar a ser nuestros peores enemigos.
Al estar en un estado inconsciente pude darme cuenta de la cantidad de culpas que traigo cargando. En mi caso, soy la única persona consciente y alerta de hasta dónde puedo llegar, qué puedo conseguir, cuándo puedo esforzarme más, etc. y por lo tanto soy la misma que me juzgo si no consigo algo que quería, si no me esforcé lo suficiente, si no di mi máximo, etc.

Soy demasiado dura conmigo misma hasta el punto en que no me está haciendo nada bien. Me doy cuenta de que necesito la presencia de mi mamá y de mi papá porque cuando ellos me juzgan creo que me están poniendo un “valor”.

Al mismo tiempo, juzgo a los demás e igual me lastimo, entonces vuelvo a juzgarme a mí misma.

El juicio va mucho más allá de mí. ¿Quién soy yo para juzgarme y dictar lo que está “bien” y lo que está “mal”? ¿Qué es bien o mal?

Lo que yo hago es lo “correcto” (por así decirlo) y es lo que está bien. Basta de conceptos idiotas que quieran catalogar las cosas.

«En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo! Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor». (1 Corintios 4: 3-4)

Nosotros sólo juzgamos en un plano humano, Dios conoce nuestros corazones y ve las verdaderas intenciones de nuestros actos. Es por eso que la peor tontería que puedes hacer es juzgarte a ti mismo. Ya Dios se encargará de eso.
Ni tus papás pueden juzgarte de una manera 100% objetiva, ya que ellos también son humanos y lo ven desde una perspectiva limitada.

Sé bueno y dulce contigo mismo ya que eres lo único que tienes para toda la vida. Deja de ser tu propio enemigo.


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