viernes, 28 de agosto de 2015

La Tortuga Anciana dando grandes pasos

La Tortuga Anciana dando grandes pasos
Por Ana Paula Terán

Después de un día de traer los nervios de punta y con la cabeza en Vetusta Morla como si no existiera en otra cosa en qué pensar, dieron apróximadamente las 8:30 pm. Cuando el autobús de la Anáhuac, universidad en la que estudio, me dejó en la parada de Alfonso Reyes esquina con Tamaulipas, lo que era ideal ya que desde ese punto El Plaza Condesa, recinto del espectáculo de la noche, me queda demasiado cerca.

Durante el trayecto, intentaba dormir un poco ya que me esperaba una larga y agitada noche. Así que al llegar a la Iglesia que queda sobre esa calle y es exactamente el lugar donde el camión hace parada, me levanto con la energía recargada y tomo vuelo hacia El Plaza Condesa.


Algo había en ese concierto que me tenía muy inquieta, será que es una banda que conocí recientemente y nunca había tenido la oportunidad de escuchar en vivo. Además de que durante este último mes repetía y repetía sus canciones consecutivamente hasta acabarme el Spotify Premium.

Al llegar al lugar estaban los revendedores de boletos en la parte de afuera sin parar de gritar: “Te dejo el boleto más barato”, “Si te sobran boletos te los compro. Acepto euros” (supongo que esto se prestaba ya que había demasiados europeos, en especial españoles)
En fin, estas cosas siempre se oyen en los conciertos.
Entre ellos también estaban los típicos vendedores de playeras, tazas, linternas, gorras y demás. Mientras esperaba a mi acompañante, de quien no sabía nada porque el Internet de mi celular no estaba funcionando. Tenía sólo un mensaje de voz de él que no se oía bien por la falta de conexión.

Así que en la espera y para matar tiempo, me puse a husmear entre las cosas que vendían, aproveché para comprar mi playera tradicional de todos los conciertos a los que asisto.
En fin, ya estaba más que lista para el show cuando diviso a lo lejos a Jon, mi amigo que por cierto es compatriota de los Vetusta.

Al estar juntos entramos de inmediato al inmueble, pues ya había mucha gente y estaban empezando a atascarse.
Pasamos la seguridad, en la que nos revisan completos (la exageración es ridícula, pero por algo lo hacen)
Los lugares que tomamos estaban muy bien, se veía perfecto el escenario y sólo esperábamos a que empezara el show.

De pronto sale al escenario una chica acompañada de dos chicos, The Chamanas, se oía bien y la vocalista tenía muy buena voz pero todos los más de mil 500 asistentes esperábamos a los madrileños. Se despide la banda originaria de El Paso/Juárez.

Suenan los acordes de “La Deriva” y aparecen las seis estrellas, los gritos (incluyéndome) no paraban.
"Habrá que inventarse una salida, ya no hay timón en la deriva.... la deriva... la deriva"

Los bailes de Pucho (Juan Pedro Martín) emocionaban a la audiencia y le ponían más emoción a su concierto.
Siguieron con “La Mosca en tu Pared”, “Fuego”, “Cuarteles de invierno”, “Fiesta Mayor” (tema en 
que los bailes del vocalista fueron el detonador de un escándalo y adrenalina entre los asistentes)

Nos llevamos una gran sorpresa cuando al cantar “Maldita Dulzura” presentaron al también español, Enrique Bunbury. Los gritos se triplicaron.
Estas serán dos voces que se unirán en el “MTV Unplugged” del ex vocalista de Héroes del Silencio en el mes de septiembre.

Por supuesto que no podía faltar “La cuadratura del círculo”, “Valiente”, “Sálvese quien pueda”, “Lo que te hace grande” y “Baldosas Amarillas”.
Hicieron un recuento de sus éxitos al tomar un poco de todos sus discos que formaron parte del repertorio de la noche.

"Fue un placer, muchísimas gracias, esta ha sido nuestra última noche en la República Mexicana y podemos decir que nos vamos encantados y esperando volver muchas veces, las que se puedan" dijo Pucho antes de retirarse con toda la banda que había dejado un gran sabor de boca en los asistentes del público.

En mi opinión, de los mejores conciertos que he asistido. Increíble repertorio. Increíbles bailes. Increíble lugar. Increíble noche.



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